DEAMBULANDO

 Soy reacio a hacerlo, pero en el fondo lo hago. No sé muy bien por qué...

De repente me encuentro recorriendo tus calles, los sitios donde paseábamos juntos. Como si de esta forma pudiera recuperar algún pedazo de felicidad que hubiera quedado olvidado en alguna esquina. Como si de esta forma sintiese que aún no te he perdido del todo. Necesito verte. O quizás no. No, no necesito verte, mi cabeza me dice que no lo haga, pero el corazón me dicta lo contrario. ¿O es al revés?

En el fondo sé que encontrarte no traería nada bueno para ninguno de los dos. Sólo girar la esquina y encauzar tu calle hace que me tiemblen las piernas y las manos. Mis ojos, nerviosos, no paran de mirar a un lado y a otro. Te busco pero no te encuentro. Ya no estás. No sé dónde estás. Has desaparecido. ¿Qué estarás haciendo ahora? Lo único que sé es que ahora estoy aquí solo. Veo gente extraña, desconocidos que caminan ajenos a lo que presenciaron estas calles. La muchedumbre son figuras de papel, los edificios hojas de periódico. Y yo me siento como si fuese ceniza. Cualquier corriente de aire puede hacer que me deshaga. Todo es gris y nada tiene ningún sentido. ¿Qué hago aquí? no entiendo nada y eso es lo que más me duele. ¿Por qué me castigo de esta manera? De repente me doy cuenta de una cosa; No puedo cuidar de nadie a quien quiera, si antes no consigo cuidarme a mí mismo.



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