LEVANTAR LA MIRADA
Harto de arrastrar mi nariz por el suelo, de tragar polvo y de pretender huir del sufrumiento, consigo reunir el valor suficiente para levantarme y mirar de frente. Al hacerlo, no puedo evitar preguntarme; ¿Cómo demonios he llegado hasta aquí?
Hasta hace nada, no diré que fuese del todo feliz, pero era más o menos un tipo compuesto y entero. Tenía mis problemas, como casi todo el mundo. No lo negaré. Pero disfrutaba de mis momentos especiales. Me preocupaba por el trabajo, por los niños, el dinero, por no tener casa propia... Pero no estaba del todo mal. Sobrevivía.
En cualquier caso, era consciente de que Ella no era la solución a mis problemas. Se lo dije en varias ocasiones. Le dije; "Tú no eres la solución". No pretendía cargarla con mis preocupaciones en ninguno de los casos. En ese aspecto, me sentía que era libre. Y lo más importante; que la liberaba a ella de mis cargas personales.
Sin embargo, al acabarse la relación me dí cuenta de que dependía de ella más de lo que me había pensado. En ese instante el suelo desapareció bajo mis pies. Todo se derrumbó. Sentí que me precipitaba al vacío sin ningún asidero al que poderme agarrar. Mientras caía me pregunté; ¿Cómo diablos he llegado a este extremo? ¿Cómo se puede llegar a perder la cabeza así por alguien?
De ser algo importante en la vida de una persona, había quedado relegado a la necesidad de desaparecer cuanto antes. No había término medio.
Y ¿dónde he quedado yo en todo esto?
Estaba más perdido que nunca en mi vida.
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