PANDORA

     Un buen día decidí que ya era hora de enfrentarme al peor de mis miedos.

    Así que busqué en el navegador, y lo encontré. La página parecía fiable, así que efectué el pago y, a los pocos días, ya lo tenía en casa. Era una caja de madera, sin florituras ni adornos, cerrada con un pequeño candado. También añadía un sobre. Su interior contenía una llave y una pequeña nota. "No lo abras hasta estar preparado". Nada más.

    Me pregunté qué tremendos horrores podía albergar aquella caja de tan solo un palmo de tamaño... 

    En ese momento todo me pareció una broma de mal gusto. Una estafa. Acerqué la caja a mi oído, pero no escuché nada. Había algo dentro, de eso no había duda. Algo vivo, quizás. Pero no lograba adivinar qué podía ser. Y eso me inquietó.

    Mi primera impresión fue que había malgastado mi dinero. Bastante molesto, agarré la llave y, dispuesto a acabar con esa pantomima absurda, la introduje en el cerrojo... 

    Pero allí me quedé, absorto durante unos instantes. De repente había dejado de respirar. Era incapaz de girar la llave y abrir el candado. Súbitamente exalé una tremenda bocanada de aire procedente de mis pulmones, algo cálido y nauseabundo. Y retiré la llave como si aquello quemara. Me asusté. Salí corriendo.

Me fuí a la cama demasiado pronto, y no dormí en toda la noche.

Al día siguiente lo intenté de nuevo. Y el resultado fue el mismo. Pero algo había cambiado en mi interior; Ya no me sentía tan seguro con aquella cosa allí. Así que decidí meterla en el congelador. Eso me hizo sentir más tranquilo. Almenos de momento.

Pero seguí sin pegar ojo en toda la noche.

Pasaron las semanas. Y la situación no mejoró. Saqué la caja del congelador. Escuché su interior y el resultado fue el mismo; allí dentro había algo que respiraba, algo vivo... 

Por mi parte, yo no era solo incapaz de abrir el cerrojo, si no que tampoco lograba deshacerme de aquella maldita caja de madera. ¡Y no puedo explicar el por qué!

Dejé de ir al trabajo. No quería salir de casa. Hacía tiempo que no me alimentaba, que no descansaba. No contestaba a los mensajes, ni a las llamadas. No me aseaba. Me pasaba el día entero tumbado en la cama, contemplando de lejos aquella caja de madera, mientras sostenía, de manera absurda, la llave en la mano, incapaz de introducirla en el candado. ¿Qué demonios habría allí adentro?¿Por qué era incapaz de abrirla?

Siempre me consideré una persona agnóstica, pero aquella última noche recuerdo que recé. Lo hice varias veces. Y luego me fuí a la cama, como siempre.

Esta vez dormí profundamente, soñando con mundos imposibles, con situaciones inquietantes, con sentimientos ya olvidados...

 Me desperté y corrí al comedor...

La caja estaba abierta...

Su interior estaba vacío.

Yo caí al suelo, víctima del temor más profundo, y perdí el conocimiento.

No recuerdo nada más.

Pasado un tiempo, me dieron de alta en el hospital. Volví a casa y, lo primero que hice fue buscar la caja por todos lados. Pero había desaparecido. Sin embargo, aquello no me reconfortó, ni me tranquilizó en absoluto. Sabía que, tarde o temprano, aquella caja volvería a aparecer para iniciar de nuevo su proceso.




Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

CON LAS MANOS ATADAS

LE PRENDÍ FUEGO A LA LLUVIA

PROU DE PATIMENT