De la dificultad de quedarse quieto.
Todos coinciden en que debería quedarme quieto. Estoy de acuerdo con ellos. Soy el primer interesado en conseguirlo, de verdad. Sé que, de ser así, mi vida mejoraría sustancialmente. Pero me resulta muy difícil hacerlo. Soy como un ciclón. O como un huracán. Una vez me definieron así...
Me levanto bastante pronto por las mañanas. Y eso que trabajo hasta tarde. El motivo es que siento que debo aprovechar al máximo el día. Lleno mi agenda de tareas que pretendo realizar. Las enumero una a una. Pero estas resultan tantas que a veces me abruman y me colapsan.
Sin embargo, últimamente me he dado cuenta de que eso es absurdo. Como digo, al final termino por bloquearme sin saber por dónde empezar. Me saturan tantas obligaciones autoimpuestas. Lo veo por como tiemblan mis manos al preparar el café. Por cómo me falta el oxígeno al respirar. Por la tensión en las piernas...
Pero yo quiero ser productivo. Quiero crecer como persona, aprender cosas nuevas, ser mejor en todo lo que me propongo, estar en forma, conseguir una excelente versión de mí mismo...
¿Es solo eso?
Quizás en el fondo también esté huyendo de mí mismo. De lo que me está pasando en ese mismo momento. Porque si estoy ocupado, mantengo mi cabeza alejada de ciertos pensamientos que no traen nada bueno. Pero en el fondo es como girar la cabeza hacia otro lado cuando pasas por delante de un espejo. O como los avestruces cuando meten su cabeza bajo tierra. O como en las películas de terror, cuando aparece un monstruo en el dormitorio y el protagonista se esconde bajo las mantas. Eso siempre me ha resultado algo divertido a la par que absurdo...
¿Se soluciona algo así?
En mi caso la respuesta es negativa. A pesar de ello, muchos seguimos intentando escapar de lo que nos está sucediendo en ese instante. No lo critico. Ni pretendo dar lecciones de moral a nadie. Soy el menos indicado para ello. Además, creo que forma parte de nuestra condición humana. Y admito que, siempre en su justa medida, puede haber algo positivo en el hecho de "hacer tantas cosas".
Pero yo he decidido dejar de echar tanto carbón a la caldera. Porque si sigo así, la máquina va a estallar. O quizá me estampe contra un iceberg.
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Foto de SIMON LEE en Unsplash |
En mi caso, creo que estará bien parar un poco de vez en cuando. Mirar lo que sucede a mi alrededor. Contemplar el paisaje. En definitiva; dejar que las cosas pasen sin que sea quien lleva la iniciativa en todo momento.
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