Vueltas sin sentido

 Soy un bicho, girando a gran velocidad, encima de un disco.

Todo da vueltas y más vueltas, pero no dejo de estar siempre en el mismo sitio. No hay progreso, no voy a ningún lado. No sucede nada. Solo doy giros, giros y más giros, y nada tiene sentido…

Oigo brotar del gramófono una triste melodía. Una voz enlatada que resulta raspada y fúnebre. A lo lejos contemplo la aguja. Es la amenaza de muerte inminente. Si no estoy atento podría ser triturado por ella. Aunque ahora ya me da igual. Dejo que decida el destino por mí. Total… ¿Qué más da lo que intente? Solo soy un simple bicho. Y el destino, independientemente de mis elecciones, es siempre quien dicta sentencia.

Eso sí; Que no se detenga la música. Es la única que acompaña estos tristes y monótonos días. La única que evita que todo quede sumido en un terrible silencio. Porque odio el silencio. Por encima de todas las cosas. Lo detesto porque es entonces cuando el estridente ruido de mis pensamientos todo lo inflama.

Una noche salí por la ventana y revoloteé por las que, una vez, fueron nuestras calles. Deambulé por sitios plagados de recuerdos. Buscaba algún pedazo de amor olvidado en alguna esquina. Algo que me hiciese sentir que una vez sucedió algo especial. Que hubo un tiempo en que tú y yo existimos el uno junto al otro. Que compartimos sueños, inquietudes e intimidades. Una época en la que podíamos quedarnos en silencio, perdidos el uno en la mirada del otro y sin necesidad de mediar palabra.

Quiero pensar que hubo un tiempo en que nos amamos… O que hubo algo de cierto en ello.

¿Dónde fue a parar todo aquello? No hay rastro por ningún lado. Tú quizás ya lo hayas olvidado. Sin embargo, yo necesito comprobar que eso ocurrió. Que, a pesar de lo efímero, también fue hubo algo de verídico. Que no lo imaginé. Que no fui engañado.

Pero no queda rastro de nada de todo aquello. Solo tu recuerdo amargo, el temblor de mis manos y alguna lágrima vertida al vacío de tu indiferencia. Ahora solo soy un desconocido. Me parece triste. Me parece cruel. Me parece injusto. Pero es ley de vida. Estoy aprendiendo a aceptarlo. Al fin y al cabo, solo soy un bicho intentando parar la rueda que hace girar el mundo.

¡Y ni tan solo consigo detener este maldito tocadiscos y su eterna melodía!

Solo puedo contemplar con asco como los ineptos bailan de manera torpe y desmañada. Y cómo sus palabras se les escurren y gotean por las inflamadas bocas.

A pesar de todo, no me arrepiento de todo lo que sentí. Fue hermoso haberte amado tanto. Y de haberlo hecho de una forma tan pura y sincera que tú nunca entendiste ni entenderás. ¡O puede que sí! Quizás un día lo comprendas e incluso llegues a echarlo de menos. Pero entonces ya será demasiado tarde para ello.

Disculpadme…

Hoy tan solo soy un insecto.

Un mal bicho.

Una mosca cojonera cansada de dar vueltas sin poder llegar a ningún sitio.

Así que dejadme revolotear un rato más. Al menos hasta que se apaguen las luces, o los ineptos de grotescos labios, hagan uso del insecticida.




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